A estas alturas de la historia
me contento con permanecer colgado del libro sin ganas de bajarme.
Quiero seguir dentro de los hechos que van más allá del punto final
y convivir más horas con los hombres y mujeres que he conocido desde
la primera línea. Cuando acabe todo los llevaré aún dentro como
elementos de comparación, razón de preguntas y espejo de
respuestas.
Me basta con quedarme con estas atracciones y expandir mi imaginación y guardar un tiempo mis reflexiones en la intimidad de mi silencio para darle a un libro el juicio que para mí es más válido. Si alguien transmite ese poder y hasta mí llega, eso es obra de un buen escritor. En mi opinión, un buen escritor. Es para mí la equivalencia a las justificaciones profundas y alcances trascendentes que explican la concesión de premios supremos o grandes distinciones.
Me gustan los libros que he
leído de Kazuo Ishiguro: Los restos del día, Nunca me abandones y
Nocturnos. Me alegro por que se le otorgue el Nobel de Literatura a
un autor cuya literatura me ha hecho pasar un rato largo de
provechosa satisfacción, con esos deseos de mantenerme al lado de
sus personajes haciéndome preguntas y buscando sus respuestas.
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