viernes, 3 de marzo de 2017

BRUCE DE PUÑO Y LETRA

Los fans (seguro que una parte bien grande) nos dejaremos seducir una vez más por algo que Bruce Springsteen nos quiera contar. Como algo más que su vida. Sí, algo más que unos cuantos recuerdos de la infancia y la juventud, la familia y los amigos, que consigan hacernos saber (o creer) cómo sentía el chico, qué inquietudes tenía y a qué preocupaciones se enfrentaba. O cómo comenzó a tocar la guitarra y a componer canciones en un pueblo de New Jersey que no ofrecía demasiadas salidas. Y tocó en sus primeras bandas y creó la suya propia. Y grabó un disco y alcanzó el éxito. Y ese éxito fue cada vez mayor y le convirtió en un músico muy famoso, muy rico y muy querido. Eso está en las memorias del Boss, Born to run, que comenzó a escribir hace siete años. Eso y bastante más. Bastante más que se disfruta. Si eres fan, desde luego, y si no, también.

Porque Bruce escribe de puño y letra, y se nota. Con un discurso cercano y emocionante con el que se abre y se recrea en intimidades personales (su distante y compleja relación con su padre, sus episodios depresivos o con tendencia al aislamiento, su cotidiana relación con su mujer y sus hijos) y profesionales (la relación con sus músicos a lo largo de los años, la razón por la que escribir canciones y cómo y con quién grabarlas, las sensaciones sobre un escenario y con su público o lejos de ellos). Su vida no tiene episodios truculentos ni sórdidos que despiertan el morbo y la leyenda de las que se alimenta el rock and roll. ¿Para qué? Bruce (siempre me dio esa impresión) es un tipo tirando a normal con el don de transmitir la magia verdadera de las cuestiones más convencionales a través de la música y empatizar con el público como si fuera el más querido de los amigos, el que nunca va a fallar.
Durante mi lectura de sus memorias, he recuperado algunos discos de Springsteen: unos nunca perderán esa magia emocional (los tres primeros, Nebraska, Tunnel of love, The rising, The Seeger Sessions) y otros resisten peor los años cumplidos. Su obra, en la que nada desmerece, no es perfecta, pero no es necesario que lo sea. Ahí delante, en vivo, sudoroso y visceral, el Jefe no tiene ni tendrá nunca rival. Eso, a los fans, no nos lo quitará nada.

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