domingo, 27 de marzo de 2016
EN BUSCA DE NUESTRO TIEMPO PERDIDO
Entre guitarras azules y habitaciones con vistas se desprenden páginas atrapadas en la novela de nuestras vidas. Estamos todos en ella, saltando de capítulo en capítulo o desapareciendo ahora para reaparecer más tarde. Se abren recuerdos, olores y emociones que propicia un reencuentro: aquel pescado en una cena de verano, aquella hora interminable en la cola de la discoteca, la belleza de una joven eslovena (¿era eslovena?), el regreso al amanecer, la música que apretó nuestros lazos la noche siguiente en la playa. Ha corrido el tiempo sin darnos cuenta. Nos resistimos a su avance aunque en la pelea tengamos las de perder. Hoy deslizamos dos tres o cuatro veces la edad que nos alcanza o a la que nos acercamos para explicar por qué ya no nos vemos tanto, para justificar que encontramos mayores placeres en casa y en otras compañías. Flota el tiempo que creíamos perdido y que nunca se ha ido.
sábado, 12 de marzo de 2016
POSTALES DE INVIERNO. FRÍO Y PALABRAS
Sepultado
el diálogo autocomplaciente y empalagoso de los tipos literarios de
Marías, necesitaba
personajes más reales y cercanos que se expresasen con claridad, con
humanidad y, sobre todo, normalidad. Los encuentro en Postales de
invierno (1976),
la primera novela de la norteamericana Ann Beattie, descubrimiento
que me entrega Libros del Asteroide. La autora, voz
de la generación del posthippismo, maneja
a Charles, un inadaptado, hijo de los años sesenta que añora
aquella década y no se reconoce en los setenta. Un enamorado
empedernido de una mujer casada con la que sus deseos parecen
cada día más inalcanzables. Un hijo resignado
a los desvaríos de una madre ida y a los patéticos intentos de
buenrollismo de su padrastro. Amigo
de un parásito desempleado, hermano de una hermana en inestable
crecimiento.
Hay
conversaciones directas en este libro, llamadas telefónicas,
desplazamientos en coche y constante frío en el ambiente y las
emociones. Sorprende y
agrada la facilidad
con la que Beattie encadena
conversaciones largas y auténticas, sin rodeos pero con mucha vida
íntima encerrada, con amargura y dolor.
Y lo hace en la voz principal de hombres desubicados
y nostálgicos, encadenados a vidas
estancadas en el invierno en mitad de la búsqueda del
amor. Brillante frescura.
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