martes, 29 de septiembre de 2015

TRANSATLÁNTICO, MÁS ALLÁ


Los grandes libros despiertan en mí el ansia de arrancar la primera hoja en blanco que encuentre y ponerme a escribir con voraz apetito. Una frase, un párrafo, una página. Es la conmoción que me deja una novela lo que me incita a penetrar de nuevo en el apasionante viaje de la escritura sobre un recuerdo o una ilusión, sobre lo real o lo imaginado. Este año lo han conseguido Eugenides, Banville, Steinbeck y ahora McCann, Colum McCann.

Un músico admirado citó a este autor irlandés al explicar cómo había concebido su último álbum. Bastó esa conexión para querer conocer la obra de McCann. Y Transatlántico, alabada novela de 2013, ha sido el primer contacto. Maravilloso. Tres generaciones de mujeres unidas por una carta que cruza el oceano Atlántico y es abierta cien años después. Siete historias en las que los personajes entran y salen, saltan entre Europa y América en diferentes épocas. Con la sangre de las guerras, la infamia de la esclavitud, el veneno del nacionalismo y la unión inquebrantable de la familia y las huellas que deja grabadas a lo largo de los años.

La prosa de Colum McCann es de un calado costumbrista, emotiva y cruel, de frase corta y herida aguda. Como el dolor que relata y la superación que precisa. Un vuelo sobre el Atlántico, un esclavo liberto, un senador en busca de paz, una criada huída y renacida, una madre y una hija unidas cada día de la vida, un hijo perdido. Y su rastro flotando entre viajes y continentes y más allá de los años.

miércoles, 23 de septiembre de 2015

ESCRIBIR. COMBATES CON LA PALABRA


Parece tan fácil, sí, pero peleamos constantemente con el lenguaje para comprendernos y hacernos entender. El lenguaje, el ente de la comunicación, nos hace y rehace.

Cuatro años atrás registras reflexiones en un papel: pensamientos cruzados procedentes de emociones cambiantes. Luego las escribes en dos, en tres folios, en varias páginas. Recibes ideas nuevas que emanan de fuentes diversas, que se rozan y se apartan hasta confluir en el mismo cauce. Tienes un hilo conductor, y después una trama, y varios personajes que entran y desaparecen, y anécdotas sueltas. Un caldo de variados ingredientes que terminas de cocinar con el aceite, el ajo y la sal del lenguaje.

Escribo para ser yo. Para tratar de entenderme y algún día compartirme. Cuatro años he tardado en parir una nueva criatura de papel, sangre de mí. A rachas, despacio, deprisa, fluido, atascado, eufórico, desanimado, apático, entusiasmado, entre pilas de libros que son el motor de mi escritura.